POLIENTES, CAPÍTULO TRES.

Polientes, a 4 de diciembre de 2013

El día empezó espectacular, con niebla en el valle y con gran vitalidad de algunos; antes de desayunar ya empezaron  a hacer un poco de deporte de alto nivel (futbolín, pin-pong, etc.).
Tras una charla de Óscar sobre normas de uso y manejo del albergue nos fuimos a desayunar el menú habitual. Más de uno repitió. Alguno tripitió, y no me refiero a nadie en particular…
Y, hala, p´al Hijedo.
Aquí sí que hubo más espectáculo: mar de nubes, paisaje, explicaciones, bosque inmenso, más explicaciones, culadas; en fin un maravilloso día.
Aprendimos el significado ritual del muérdago y su utilización; posiblemente alguno lo usará en la fiesta de esta noche si le levanta el castigo Daniel, por dar la vara la primera noche en los dormitorios.
Nos comentaron la  flora de la zona del Hijedo, entre ella destaca el roble albar.
Qué eran las agallas (pero no las de los peces) sino las que utiliza la avispa para criar; esas esferas pequeñitas adheridas a la hoja de roble que podéis ver en la foto.
Bajamos por el bosque por  la senda, y por fuera de ella, en un ejercicio de virtuosismo equilibrista.
Comida extraordinaria: lentejas (qué ricas, verdad), carne y mandarinas.
Por la tarde los talleres de costumbre. Algunos fuimos a visitar el museo etnográfico del valle, en Polientes. Muy bonito. La visita no fue en plan guía de museo sino con actividades para ir descubriendo utensilios que utilizaban nuestros padres y abuelos. Muy interesante. Al final lectura en común y a cenar.
La jornada didáctica acabó con este cielo. Venus y la Luna en animada conversación, teniendo como  testigos a los árboles y las farolas.
Esta noche fiesta de despedida y mañana otra marcha y recopilación de los materiales producidos durante la semana.

 Crónica de nuestros enviados especiales: Jesús y Ramón