CRÓNICA DE POLIENTES
14, 15 Y 16 DE
DICIEMBRE
Como cada día, el miércoles amaneció con niebla en el albergue. Tras las rutinas
habituales, nos volvimos a dividir en grupos. Hayas y Sauces hicimos la ruta
hasta el pueblo de Salcedo, mientras que los Robles
recorrimos un camino más sencillo por las orillas del río Ebro.
El trayecto hasta Salcedo tuvo muchos desniveles. En total,
caminamos cinco kilómetros de subida y cuatro de bajada por unos parajes en los
que nos encontramos huellas de diversos animales, agallas, un roble enorme
(¡tuvimos que cogernos cocho compañeros de las manos para poder rodearlos!) y
hasta el esqueletode una vaca que años atrás había servido de banquete a los
buitres.
Una vez en el pueblo, fuimos a hacer una visita a José Luis,
que nos abrió el teleclub para degustar refrescos y aceitunas y así recuperar
energías para continuar hasta el albergue.
Por otro lado, en la excursión por la ribera del río,
comenzamos hablando de los vertidos domésticos que van a parar al curso
fluvial, por lo que vimos el alcantarillado, un pequeño filtro y la depuradora
donde tiene lugar un proceso biológico para limpiar el agua. Aprendimos algo
más sobre los bioindicadores del agua, como la nutria, y del aire, como el
liquen, y sobre todo, descubrimos cómo identificar perfectamente los tipos de
árboles de la zona, no solo a través de sus hojas, sino también por otras de
sus características. Casi al final del trayecto, nos paramos en una plantación
de pinos para hablar sobre la explotación forestal por parte del hombre y
concienciarnos sobre el uso responsable de los recursos naturales.
Tras la comida, continuamos con los torneos deportivos y con
diferentes talleres, como por ejemplo una visita muy interesante al museo
etnográfico de Polientes, que conocimos a través de una gymkana muy divertida.
El jueves por la mañana, los grupos que habíamos ido a
Salcedo el día anterior, hicimos la ruta del río, y a los del río nos tocó
subir la montaña hasta el pueblo. De igual modo, por la tarde seguimos con
diferentes talleres, donde aprendimos sobre especies invasoras, sobre insectos,
y también, equipados con arneses, pudimos hacer escalada en el rocódromo del
centro.
Después de cenar, preparamos las maletas y nos arreglamos
para bajar a la fiesta. Fueron unas horas divertidísimas en las que bailamos
sin parar y aprovechamos las últimas horas juntos.
Casi sin darnos cuenta ha llegado el viernes, y con ello la
hora de partir, no sin antes aprovechar la mañana realizando actividades con
los diferentes monitores: un concurso en el que teníamos que demostrar por
equipos todo lo aprendido durante esta semana, un bingo para aprender más sobre
la simbología animal, y otros juegos que nos descubrieron muchas curiosidades
sobre la naturaleza.
Tras la comida, emprendimos el viaje de regreso a Santander,
pero nunca olvidaremos esta semana en Polientes.