POLIENTES, SEGUNDO CAPÍTULO

Polientes, a 3 de diciembre de 2013

La noche ha sido movida; no esperábamos otra cosa. Algunos han probado el pasillo a relativamente altas horas de la noche porque, naturalmente, el guión de la edad casi obliga a trastear con linternas y relojes; y ¡cómo, no! el típico: “oye, ¿estás dormido?”. “Déjame, chaval, que eres una pesadilla”. Pero, además, las 7 de la mañana tienen un encanto especial para charlar y despertar a los demás cuando la hora de la diana disco es a las 8.30.
Hemos amanecido con 2 grados bajo cero; la niebla dueña absoluta del valle y el hielo aprisionando el campo y las hojas de los árboles, convirtiendo los caminos en pistas de barro duro.
Acebos y Tejos han hecho, cada grupo por separado, la “Ruta de los pueblos”; Rocamundo, Rebollar y Campo de Ebro, para regresar a Polientes. Hemos estudiado y comentado la ermita de la Virgen de la Velilla y su particular necrópolis; la vivienda típica del valle y la población que queda, en Rocamundo;  cómo era la escuela de los que hoy son abuelos o bisabuelos, en Rebollar; en Campo, la sugerente iglesia rupestre…
Chopos, al río; a estudiar el bosque de ribera siguiendo el curso del Ebro desde Polientes a Arenillas. Hemos visto cómo el aliso se muere por el agua y, por ello, planta sus raíces en ella; que el chopo es el pijo del bosque de ribera y, por eso, se pide el mejor sitio; y cómo los sauces son los marginados, a los que los chopos relegan a la otra orilla de la carretera. Algo así como si les dijeran: “Si quieres agua, la coges del regato, de la cuneta; pero aquí, a mi lado no te quiero; desentonas”. Y más adelante, el rebolledo o, más valluco, el rebollar o melojar; y que las hojas tienen haz y envés y que, en ellas, hay vida animal; a continuación, vemos cómo hace su nido el pájaro carpintero, protegiendo su cráneo y cerebro con la larga lengua de que está dotado; también cómo el “trepador azul” se convierte en ocupa y aprovecha la vivienda que dejó acondicionada el sufrido pájaro carpintero…
Todo esto y la convivencia a lo largo del camino, más unos exquisitos garbanzos calentitos, muslos de pollo con ensalada mixta y un plátano, nos han llevado hasta los talleres de la tarde.
¿Será más tranquila la noche? ¿Nos levantarán el castigo de no tener fiesta mañana miércoles por la noche? La respuesta no la tienen Moncho y Jesús; la tiene Daniel, el cuidador de la noche, duro dicen ellos como Clint Eastwood. Pero Daniel dice que la respuesta la tienen los chicos y chicas del Villajunco y del Alberto Pico, esta noche.